sábado, 13 de diciembre de 2014

El río de la luna





Atribulado el caminante de aquellos que en vísperas tasaron este cielo tan azul,

 negaron con pan ácimo la lechada luminosa, esa que entallará el sol matutino.

 O si desde los amplios barandales de pino pisaban mosto negro bajo el río helado de la luna.

Asentaron al claror de agua, paja y cal donde habitasen: calor, sombra, abrigo.

Apilaban grano en silos tallados como úteros de arenisca.

Así el templado vientre de un dios guardaba el hambre.

El templo fuese colonizador de edades.

 Ribeteando la costa, se dispuso que un alto príncipe

ensortijado, erigiera estelas, apilara esencias, legislara en verso.


De "El río de la luna".

lunes, 27 de octubre de 2014

BOCETO DEL ANÍS MACHAQUITO


                                    

                                 
                                        
Interiores. Casa Museo.

Tras el cristal de colmena intuía la enorme sombra de Alonso. Abrió su troje plisado de lluvia en la mesa. Imprimían mariposas las palmas nubladas de sus manos.
Abandonó sopor picando hielo en cuenco de cobre con una varilla metálica. Las trenzas de juncia.
Alonso entretanto mezclaba pigmentos y aceite, cuarzo, limaduras de hierro en una chapa oxidada.
Nubia empapó con agua de limón dedales de cañaduz. Untaba rodando pequeños trozos los senos, inflamados, turgentes para los insectos. Moldeaban los labios papiros de sandía. Turbia de melindres y corimbos desenredaba orquillas bajo el palio mojado de sus cabellos, sobre la nuca en racimo.

Arreglarse era un amago de saliva en los pezones. Distraída nimbaba el índice la tierna aureola morada.
Admitía perfumes, barnices, bebedizos de jengibre y moras. Titilaban flores avinagradas por el temple batir de ausencia bajo los prismas de deseo.
Barnizaba con destilados de acacia los espejos y de aceite su cuerpo y de vainilla.



jueves, 9 de octubre de 2014

"Cuatro días en La Rambla". En recuerdo de Annette Hagedorn




Annette Hagedorn  (1958, 2014) 

Ha sido una gran escritora alemana y europea, doctora, investigadora, orientalista, amante de la cerámica, de España y de Andalucía. 
Una gran artista y una buena amiga, persona de gran talento, exquisita sensibilidad, generosa y entrañable.
Recordaremos siempre desde el corazón su estancia junto n La Rambla, aquellos felices e inolvidables cuatro días de Agosto.

Annette Hagedorn falleció el dia 2 de Octubre de 2014



Annette Hagedorn estudió historia del arte oriental, literatura alemana e historia del arte en las universidades de Bonn y Maguncia. Ha ocupado plazas de enseñanza a tiempo parcial en las universidades de Bonn, Maguncia y Utrecht. En 1991 le fue concedido el premio Alice-Boner-Memorial de la Fundación Alice Boner de Zurich por su disertación sobre la metalurgia islámica en los siglos XIII y XIV. Desde 2000 ha sido coeditora, responsable de historia del arte y arqueología, de la publicación Zeitschrift der Deutschen Morgenländischen Gesellschaft.

Editorial Tashen 







Articulo de Annette Hagedorn en  BIM La Rambla, agosto 2012


http://www.larambla.es/uploads/noticias/donacion.pdf






Annette Hagedorn en el Museo de Cerámica de La Rambla




Durante su primera visita a alfar Wallada en Octubre de 1991




Exposición en Feria de Alfarería y Cerámica de la Rambla agosto 2011

En el stand de Alfar Wallada




Cerámica y vidrio alemanes de los años 50 y 60

Donación Annette Hagedorn y Jens Kröger, Berlín



  







martes, 23 de septiembre de 2014

Un viaje a Túnez. (8 ceramistas y alfareros andaluces en el festival de Nabeul. Mayo, 2003).


                 
Ribat de Sousse. Del cuaderno de Túnez
Foto JLP



IMPRESIONES, REMEMBRANZAS, ANECDOTARIO DE UN VIAJE A TÚNEZ
                                                                                  
                                                                                    “Les fleurs de douceur de Tunisie
                                                                                      Sur la nuit, dans la lit, sans motif.”
                                                                                                                     J.L.Parra

Dicen que un viaje no se completó del todo, si luego no se ha contado.

Puedes no contarlo, o contarlo a medias. Tal vez emocionalmente, volver cambiado. Pero si se embalan los prejuicios, una aerolínea les distraerá el destino.
En el viaje a Túnez, la piel será lienzo. La mirada, espejo de la memoria. Gusto, olfato y oído, los invitados en una cata exótica y ancestral (et douce comme le sucre brun…)1. Como el té con yerbabuena, dulzón, pajarera y chicha en el viejo café de la medina en Nabeul.
Túnez, puerta del cielo, una puerta azul sedante como las de la vieja alfarería donde creciste a los recuerdos. El Mediterráneo ofrece ese  color intenso, cálido y sutileza.
A lo largo de la costa, como cálidos souvenirs, diminutas azoteas de cúpulas blancas.
En Sidi Bousaid, los jazmines enramillados se venden como helados de cuajo estelar, como pétalos de luna. Los venden hombres barbados, sin pudor.
Sidi Bousaid, pasean acuarelistas de azules dedos estampas como postales.
Sidi Bousaid , el turrón de avellanas, blando como chicle y regado con agua de azahar.
Si, al desandar las espinadas callejuelas de esta reliquia andalusí, extasiado tropiezas; el mar te acunará sereno y ronroneante.
El azul del mar penetra tanto que se diría un Mediterráneo encalado y añil por los vanos del aire, por las puertas de Sidi Bousaid. Por los ojos glaucos de Elisa asomando las ruinas de Cartago.
Desde las vitrinas del museo de Nabeul, las esfinges de Tanit, terracotas exhumadas en Neápolis, calaban hondo sus ojos de barro de natural tamaño. Parecían descifrarnos, altivas, desde sus casi tres mil años de existencia ritual. El ojo pintado en la boca, con pico vertedor, de una vasija púnica, nos remite al ave fénix, que los jarros en verde manganeso califal repetían desde Al- Ándalus. Mediterráneo abruma de olas, cálidos perfiles intactos, diseños son éstos milenarios, recurrentes mensajes de ida y vuelta.
En un adarve del Ribat de Sousse, recorriéndolo de común distraído, he sorprendido un instante a los amantes tunecinos, encaramados al amor, indolentes bajo alta y suave brisa de clandestina intimidad.
Modelaban sin saberlo la escultura viva del abrazo, besos y ternura, en almenado recodo del cenobio defensivo. Tierna escena en las almenas del restaurado fortín militar, hoy espacio neutral de los turistas.
La canción de Teresa era un traje rojo en el escenario del último café abierto del hotel Keops. Casablanca no es Nabeul, salvo por el lumpen que bebe, canta y baila a medianoche, cuando a Tito le gusta escuchar en directo el flamenco arábigo del país. Juan Tito, nuestro patriarca en Túnez, sabio y derviche de alba melena, enumeraba los chalecos adquiridos a lo largo de la medina. Paqui, su esposa, lo cuidaba a los postres con retranca, paciencia y esmero.
Ramón pidió al joven intérprete (practicante de día, músico y cantor de noche) algún tema de OUM KALSOM, como aquel no se enteraba al pronunciarlo, llegué a escribírselo medianamente. Y el organista se  iluminó con prestancia. Todo el café-bar se apagó extasiado con los primeros cantos, los tunecinos elevaron sonrisas como pétalos. Los españoles, emocionados  por el cantar meloso, no sabíamos mirarnos. La Callas de Oriente nos dolía un segundo, para acariciarnos después y atarnos al corazón un pañuelo carmesí. Los gintonic, semiclandestinos sobre el  mantel verdoso, serían confidentes del dolce arrebato. Una canción árabe en diez minutos puede resumir toda una vida de sensaciones y pensamientos.
Josela, capitana del grupo, nos defendía, traducía y jaleaba, toda espontaneidad (su agudeza verbal es exquisita), bonhomía y corazón.
Bernardo, puro estoicismo y serenidad, nos adentraba diplomático en las costumbres y prácticas del país. Antonio, el más alegre y popular del grupo, era requerido diariamente, al llegar la noche del hotel, para cantar canciones españolas. Lola compraba con tino y elegancia. Hizo acopio de una pequeña colección de cerámica beréber. Una noche descifraba el eterno misterio egipciaco de las pirámides. Rafael, al principio distante, pronto se integró al té con piñones y la chicha. Mª Dolores, acompañó y presidió con talante, talento y cordialidad este grupo de alfareros y ceramistas en misión comercial a Túnez. Aparte de los contactos comerciales realizados, y la enorme y desmedida acogida  que nos ofrecieron, ya es proverbial el alborozo con que compraban los alfareros y ceramistas andaluces en el pequeño país de Cartago. Tito y Paqui se trajeron en una bolsa de plástico, en el avión, un caballo beréber de barro tierno, modelado por una mujer misteriosa, joven morena de ojos atizonados y tímida mirada, que dilapidaba, con manos de cristal y jenna, imaginación y destreza.


 En las ruinas de Cartago.




1.Hamad Belhadj. Roses et rosages”.


Rev. Con Buenas Manos Nº 2.(2003)  FADA (Federación de Artesanos de Andalucía)



miércoles, 10 de septiembre de 2014

Córdoba no era






Por azules cráteres de Esmirna

la juventud sobrevolaba.

El deseo fuese nunca más

unas latas de celuloide.

Sobre afiches desvaídos,

de bermellón y luna,

labios encarnados de Afrodita.
      
                         (En Córdoba, mis últimos años setenta,  primeros años ochenta)


.



miércoles, 3 de septiembre de 2014

REEDICIÓN EXPOSICIÓN MUESTRA DE CERÁMICA ALEMANA 50/60





 Steuler, 1954


                                                  
Agosto 2015 



Exposición Muestra 50/60 de Cerámica Alemana
en Alfar Wallada

UNA MUESTRA EXTRAORDINARIA DE LA PRODUCCIÓN ALEMANA DESDE LOS AÑOS 1950- 1965.

Mas de 70 piezas se exponen en un diálogo enriquecedor junto a la obra de cerámica califal y andalusí de Alfar Wallada, como muestra de la donación efectuada por los doctores orientalistas al ceramista José Luis Parra Jurado en 2011.

CERÁMICA Y VIDRIO ALEMANES, de los AÑOS 50 y 60.

DONACIÓN ANNETTE HAGEDORN Y JENS KRÖGER, BERLÍN


Deutsche Keramik und Glas der 50er und 60er Jahre

Schenkung Annette Hagedorn und Jens Kröger, Berlín


Este considerable número de piezas de cerámica elegidas con carácter científico y coleccionadas por la gran historiadora y escritora, experta en arte islámico, Dra. Annette Hagedorn


Abierta desde el dia 1 de Agosto 2015

Lunes a Sábado 11,00 a 14,00 horas


Para otro horario o grupos consultar antes.





jueves, 21 de agosto de 2014

Paisaje y ensoñacion de un estio


Pájaro en la copa de pino. Foto JLP

Luz esencial de Campiña

 (Paisaje y ensoñación de un estío)


La luz gradúa las emociones. La pupila intensamente bañada en el azul, desvanece el horizonte. Es un enmohecido damero, donde verdes cromos y frágiles amarillos platean a ritmo equinoccial con interlunio de agaves.

Así como una saturación luminosa es niebla que anquilosa el sentir. Un aire o vaho de tragedia griega sobrevuela el fragor metálico de las chicharras, legionarias en el silencio cenital de los pájaros.

La luz es como agua, no produce cristal en la altura. Y si de frío, todo el horizonte esclarece. Desaparece la perspectiva, engullida por la luz geodal de una tarde cualquiera.

En las terrazas del alba palpitan desmayos grises, rescoldos de umbría. Enaguas de plata jalean los troncos retorcidos, minoicos matorrales de espuma. Egregios olivos, de bronce y plata las copas. Empequeñecen el tardo horizonte, enrarecen de verde el aire, apresan luz. Su tacto áspero de rugosa esencia derramada al vuelo, semillas abandona de grávido transir la nada.

La campiña en Limosa es extensa y suave. Sobre este mar interior un hálito de pinos crepusculares sobrevive cercado por el pasto rubio amasable.

Indefinibles amarillos produce la alzada constelación de girasoles, realce de tristes colinas sin árboles. Todo es sol, ninguna sombra. Apenas un reducto arbóreo cobija el blanco caserío. Junto al pozo encalado la palmera, verde y queda, paloma extasiada con plumones enraizados de yerbabuena. 

El tejado semeja un mar inmóvil de curvas y geometría detenida. Pardas tejas, ondulantes, derramadas bajo la venerable elegancia de la encina. Ultimo reducto del espeso bosque que cubría estas dunas, hoy devastadas por el agua libre de lluvia. 

La miel de los campos es el agua. Los pájaros, almas de otros pájaros, sobrevuelan el tallado cristal de la cebada en el arcén.

Las heridas azules de las nubes arrastran sombras que viajan estremeciendo a su paso la templada quietud del sueño. Y por los espejos de agua oculta, tristeza de altos álamos, emergen eucaliptos voraces. Cipreses de agua tinta, pinos al desmayo bajo enrarecida sombra. 

Insinuaciones de óleo, los naranjos abastecen las albercas de luz cenital, fosfórica y redonda. 

Recortada soledad del huerto, limoneros de bruñida espesura, rayos dormidos penetran las hojas. 

Irisan las abubillas argentinos abanicos de pedrería. Una perdiz alumbra grises terrones de la tarde. Ese canto tatuado en sangre es collar o leyenda, leyenda de alas en libertad. 

Resueltos, menudos gorriones picotean en las moradas coronas de los cardos la umbría de ayer. 

El amarillo duro bajo agua verde o cristalina descubre béticas estelas de las lindes. Tatuajes de mar sembrada a mano. 
La noche se desvela, jazmín abierto de la Campiña. Cuarzo enseñorea. La luna derramó mariposas de transparencia, plegadas o redondas, tintas en arrebol de su vientre. 
Los pliegues cerrados de esta túnica florecen y mueren bajo extensas oleadas. Élitros de ritmos jaquelados devorarán la luna, insomnes de engalba. Helada luz acibarada sobre la piel del tiempo.



 "Luz esencial de Campiña". Del libro "Campiña de Luz"


lunes, 4 de agosto de 2014

Mano 1,2,3





Mano ante el lienzo.

La mano es medida de lo eterno, de lo impreciso

y de lo efímero, de los gestos

donde volcamos los afectos, los pronombres

y los sueños con guantes de gigante

y pasos de ardilla.

lunes, 14 de julio de 2014

PASEO






                                       
                                                 
                                          A Federico García Lorca


Quiero gritar por las barandas oscuras,

Dejar en los peldaños brotes de sangre helada.

Necesito renacer con cada herida,

Anudar las arterias y en papel de estraza,

Vulnerado el corazón por tan altas cancelas.

Huir del lado de la rabia,

Darme al viento cual rota brizna de hierba,

Quebrando la voz desde la arcilla,

Cana el alma, con piel de agua

Iniciaré el paseo a las verdes colinas.


                                                    1995

Del libro "Extensa clepsidra"

jueves, 3 de julio de 2014

Arcos de la Frontera




Arcos de la Frontera
                                                                (Paisaje rilkeano)


El durmiente sobre la peña.
En tules de índigo corona
la  herida extensión de Tiempo.
La tarde espejea dorando luz.
Los pies en la verde ensoñación
donde a menudo alzan tibias  palomas de humedad.
Apenas duerme, intima y serena, pétrea belleza
en ascensión equilibrada.
Recta y emplazada prestancia de Santa María*.
Ojivales dunas de arenisca, calles o puentes de salumbre.
Museo con vida, tangible y oloroso.
Altos zaguanes de escaleras rendidas
En pura ascensional irredenta.
Mística ebriedad de una estilizada arquitectura
elevada a golpes de cincel,
templada a fuego en  los pinceles del Greco.
Sucesivos intentos para un vuelo de piedra.
Una brisa suave y salobre
reposa en los enrejados, solemne.
Trascienden arcos irisados, de vidriera,
artesonados, celosías.
Es una mística del sueño,  recoleta, encalada y florida
donde contrajo alas de urdimbre, ritmos de bruma y luz,
el deseo cenital de los hombres.

                                                           Arcos de  la Frontera, 1991





*Iglesia de Santa María. Arcos de la Frontera.




jueves, 29 de mayo de 2014

Diario de a bordo. Fin de singladura


Diario de a bordo. Fin de singladura.

Al final de la singladura, el abordado es uno mismo, no en alta mar sino a orillas del gran río de agua dulce. Inesperado, feliz acompañamiento. Acabando rendido en las trampas del amor y en la comunicación fallida. Ahora lo entiendo, en las interpretaciones sesgadas de antiguos y nuevos poemas, lanzados por la borda, depositados en botellas con pergaminos imaginarios para otras playas soñadas. A modo de antología personal de instantes sobre el mar.
Rumbos divergentes. La poesía es sólo poesía y cada uno la interpreta como desee interpretarla, o como pueda.
En los tatuajes del alma, el silencio es la tinta. Los navegantes solitarios siempre encuentran su rumbo. Recala este barco en un astillero llamado naufragio.
Recuerdo del viaje era el propio viaje.
A pesar de todo, la amistad es lo que queda.


"Recuerdo del viaje era el propio viaje.
El pasajero mira el horizonte y se resfría.
Todas las astillas del naufragio en otros mares,
otras islas.
Naufragio también se llama el astillero".




                                                            

viernes, 23 de mayo de 2014

El corazón a pámpanos y la voz si de hormigas


Cuando en Córdoba mayea, también algunos payean. En esta segunda casta me incluyo.

Otros sestean, como el alcalde de Sestao que balcaniza la rumanidad. Ah, si San Jean Luc 

Godard, se diera una vuelta por estos caminos." Adieu Au Langage".



Orson Welles

viernes, 9 de mayo de 2014

La Venus de la poesía (Julio Romero de Torres)


















Vino primero impura. La mantilla era atavismo, un atavismo bordado con adjetivos que dejaban entrever los pronombres. Turbios adverbios animados del deseo.
Vino primero pura, llegó y rasgó tu piel a besos. Era una pasión aliñada de libertad. Como si dejas caer las cartas sobre la mesa y éstas encienden la memoria de toda una tribu. Las infancias, crueles bajo el pálido encerado que embota los oídos o enciende los labios. Yo era otro en un desierto.
Su cuerpo ilumina tanto como nubla los sentidos. Levita en un lecho gris perla, granate y dorado. Es la alquimia carnal de la poesía. Granate de una rosa abierta en el granate mineral de una herida. De unos versos apenas intuidos. O una firmeza del pintor.
Recoge su tocado cordobés. En el arco de los brazos unos ojos invisibles; en el tacto de sus manos la provocación cincelada y sensual. Las rodillas sostienen el bordado misterio de su desnudez. Eros y Tanatos en la estanza dorada del claroscuro. Varias mujeres en un solo retrato.
Como una diosa levita en el lecho, la ingravidez es su frescura y su inocente desparpajo.
El poeta no existe, existe la poesía.




*Para el rostro de “Venus de la poesía” posó Raquel Meyer. El  poeta, de oscuro retratado, su marido.

miércoles, 23 de abril de 2014

De hojaldre y carmín


Porque, cuál  es el recuento de la vida sino fotografías. 
Familiares rostros, anónimos daguerrotipos que engrosa y descuida el tiempo. 
Blanco y negro, sepia que amarillea y rasga con manos borradoras y lápices de olvido.




De hojaldre y carmín los labios de Abuela Carmen. Plácida luna a la sombra de tiernos brocales. A los pies del olivo sonríe a una Leika en La Matallana. Grandes ramos colmatados  por el agua y los años, ella, una flor cordobesa del Postigo, que tanto sostuvo la vida y raíces.

Poco a poco se le van cayendo los recuerdos  a la niebla de  los sueños. Poco a poco el dolor se pesa en la romana y bailamos la danza de los locos, primero en las alacenas, luego en los abrazos. Más tarde espesa el azafrán de la memoria y salpica los pucheros. 




He visto en los ojos de mi madre
las manos de mi abuela Carmen.
Poseo esa sonrisa asumida
cuando la espera viste oscuro
y un pañuelo corta el sol entre olivos.
Llevo un ceremonial de arcilla
y rosas en la sangre.
Lo moderno es ancestral refugio
ante el ayer trascendido.
Abuela y madre rondan los setenta.
Luna de piel, morena plenitud;
azul, por chinescos del mar,
la mirada de mi madre.
Nunca nombres, Carmela, Loli,
lo innombrable.
                        febrero 2003


*Había un rosal en el patio de la alfarería de mi abuelo Leonardo, junto al pozo estallaba su color púrpura, cerca del pilón redondo y encalado del agua. Cierro los ojos y las veo aún, menudas, preciosas rosas rojas de pitiminí. Hasta no hace mucho florecían. Quedan las raíces dormidas en el arriate.

martes, 22 de abril de 2014

Boceto degradado



                                                                     

"Boceto de la degradación del color"
(Analepsis colorata)

Exteriores. Campiña.
Junio.



 De absenta los espejos, termómetros lícuos de cidra.
 Alonso, caballete a la espalda, horada a su paso crespas colinas somnolientas. Pincha la silla de cuero. Paleta y pinceles clava en arcilla de aluvión entre doradas espigas. Atusa el sombrero de paja. Anuda la blanca camisa. Sacude los pantalones de remendado temblor.
Espesos girasoles cantan el sol. Analiza luz en las retinas. Gradación temporal. Filtros básicos de color que la memoria acompasa. Cada tono es una imagen en flash-back.
Dibujando el limo de infancia en la huerta. Una apuesta peligrosa por lápices. Mozo de D. Cristóbal. Estudios en Córdoba y Sevilla. Los amigos pintores. Y la sordera. Acariciar la luz de los clásicos, copista en El Prado. Orillas del Guadalquivir, Caronte abruma. El informalismo del Grupo Espacio. La sonrisa de Antonia de almohada. Con Artigas en Cataluña, la química de la arcilla. Denodado empeño de Casa-Museo. El taxi repleto de cuadros y bocetos, la escasa ropa que Antonia anudó en oscuro. La muerte de Antonia. Y la sorda soledad.

Se diluyen colores de difumino, ensaya una acuarela de lágrimas. Alonso limpia el hervor de su frente con paño sucio de óleo. Inciertas hormigas le nacen de la cicatriz del rostro. Recorren el lienzo febril de su mirada.


sábado, 5 de abril de 2014

Las nubes





Las nubes viajan entre sueños.
Su pecho tiraniza lágrimas de nieve.
El mar es una sinfonía de la lluvia.
Tus labios se dibujan en mi pecho
como tatuajes o mapas.
Aún abrazo caracolas,
Albrezos nacidos de oropéndolas,
Lágrimas verdes en la autopista amazónica.

domingo, 30 de marzo de 2014

Casa Museo de Alfonso Ariza

                                                   
Alfonso Ariza trabajando en su Casa Museo




Aunque quisiera
y aún a veces quiero,
yo no podría dejar de venir a esta casa,
la de Alfonso y Antonia en la añoranza.
De dulzura y sombras,
melancolía,
de arcilla y soledades.
La estructura única de forja,
hierro batido en las alas
con remaches y versos,
ocres y cuarzos,
amalgama son
de luto a claridades.
Labro, escucho en el recuerdo
el pertinaz  batir de cobres,
la sonrisa de Alfonso
tras los cristales.
Ensayar raíces, tesituras de piedra.
O unos ojos vivaces en el sosiego de la luz.
Permanece Alfonso entre nosotros,
la ciclópea estatura de niño
vitalmente amando las formas
renacidas en la arcilla,
a pesar de las vitrinas y los focos,
las lluvias, los reflejos.
Trémulos gorriones
anidarán tus lindes
de acuarela, volúmenes en el espacio,
tierras plásticas.
El universo, los sueños
alientan la palabra encendida.

                                                                            (1998)







* Recuerdo el lugar, Bar Marín, junto al Ayuntamiento. Alfonso, desde su habitual silencio por la sordera, en una reunión festiva con otros componentes del Grupo Alfonso Ariza, sacó papel y lápiz. En un minuto surgió este boceto que me dedicó afectuosamente y que guardo con cariño.
Cuando era joven sí me daba cierto parecido. Un aire o algo así. 

jueves, 20 de marzo de 2014

Los búhos terribles

Resultado de imagen de Los buhos



Los búhos terribles

Antojos beben del cielo.

Los ojos del búho

Confirman holgados

Lo que el búho calla.

La sangre del búho

Sabe a verdes castañas.

Espejos de antracita,

El universo se enreda

En las pupilas del búho.

Y el gran búho ciego

Bendice horas de almagra,

Concita labios de nata,

Espeta la aguja de cobre

Y el ratón de alloza.

El búho gremial

Empecina los trojes,

Corrige los tropos,

Recauda milagros

Y avizora los grajos.

Los búhos del cementerio

Entretienen a los difuntos.

Los búhos de albricias

Nacen de largas caricias.

La sombra del búho

Es de naranjas.

Cantan al mosto en barriles

Los búhos santos de Moriles.

Ah, si te hablara,

Entre rubores,

El ripioso búho gris,

Lo que te iba a decir…

Los búhos a veces

No son lo que parecen.

                     (2001)

sábado, 8 de marzo de 2014

La tarde es un delicado cristal

   



La tarde es un delicado cristal. Canta el gallo y aletea la paloma. Saeta negra, sin rumbo ni pena, planea la última golondrina de abril.
El gallo bravo empeña su ronca letanía, salmódica y febril. Alguien martillea cercana madera. Al fondo un sanedrín de gorriones sabios coteja su porción de albor y cielo.
Una nueva paloma otea desde su puesto de alado centinela el quebrado paisaje de rojos tejados de cemento. Y aún otros de viejas tejas de barro con sarpullido de líquenes y arborear de jaramagos.
   Crestea y luce la sierra acariciada de nubes quietas y blancas. La buhardilla recibe la tarde y bebe la luz y los aires del Sureste.
   Montilla, vinosa y campestre, sobre los tejados pace vides, dioses y caldos. Su castillo a lo lejos es grandioso tejado cercado de antiguas murallas. Una cohorte de trémulas vides y olivos palidece entre pardas colinas. Sobre la sierra incipiente, puntos blancos diseminados, se abren casitas y lagares de melancólica obra.
   Cerro Gordo es primer peldaño de esta sierra cercana y lejana a la vez. Escribo desde la quietud y el silencio ribeteado de aves que desgranan tiempo y corto vuelo.
   La paloma ha bajado al limonar cargado de bombillas fluorescentes. Hojas metálicas, ramas bullentes saludan su parada.
   El gato de lomo blanco, negra boina y rabo negro recorre el pimpollo de tejas de la tapia. Dueño de sí, lento y seguro camina entre las hojas ásperas y excelsas de la higuera.
¿Deja el gallo llano que alboroten su territorio para así luego apaciguar su cresta?
   Una tímida brisa recuerda y recala en mis mejillas.
   Por el aire lento de la tarde clara, con su chapotear de alas, otra paloma asciende a mi tejado.
  Al alimón  mi mano picotea, cursiva, negro sobre blanco, dejando que gacelas habiten mi corazón cansado.
   Soy transparente, oteo el horizonte, nada me perturba ni rompe. Salvo el ominoso dolor del tiempo y la triste torpeza de los hombres, empeñados en nuevas y cíclicas guerras.


Otra versión de Tarde de Abril (Del libro "Campiña de Luz")


domingo, 2 de marzo de 2014

Atlas y espuma




La cereal caricia
viste y despoja adobe y piedra.
Es hora de dormir, ya he soñado.
Del rocío agrisado de la nube
ya no morderé estas alas.
Vuelvo a la orilla.
Soy Atlas y espuma.
                       (06)

Dedicado a la continua tragedia de vidas en las pateras del Estrecho.

domingo, 23 de febrero de 2014

Oppidum de Limosa (III)

                                                                       Escultura del dios Mitra M A Córdoba

La cárdena almadraba de herrumbre fastuosa. La de pupilas de cromo y lengua en carena. La que roba a los vivos para agasajar a los muertos. La testaferra. La arpía. La que bruñe y restaña los bacines de las tabernas. La que apaga con vino verde los hachones en las posadas. La que infunde el sacrificio venal de los pesebres. La gata demorándose entre limones. La que orina betún en zarzas de esparraguera, nutriente o salvífica rezuma y en el croar de ranas planea. La impoluta bordadora de sudarios. La trasplantada de Ategua, enigmática pulidora de teselas, sanadora de estigmas y bubas con hierbas y raíces. La que acaricia y duerme el olivo y confía sus cuitas a los vencejos que penetran como un cuerpo la arenisca. La que maquilla de arcilla sus pómulos de arista; en sal y óleos entumece el incandescente almiar de aroma, riesgo y sombra. La mitraica, la que bebe del cuello sangrante de un toro, muele astas de semental para el agasajo común de las esposas.


jueves, 13 de febrero de 2014

miércoles, 8 de enero de 2014

POÉTICA



La poesía es búsqueda y encuentro, escribir para desvelar el mundo contenido en el poema que no es sino la propia naturaleza del poeta armonizada al universo. O sea que de haberla, si la hay, hayla. 

Temas recurrentes en mi poesía: Tiempo, Belleza y Memoria. Un tiempo y una memoria personales cristalizadas bajo la lluvia. La Córdoba eterna donde viví diez años decisivos y que forjó mi carácter. O el cine. Los paraísos perdidos de la infancia de pueblo. El paisaje interiorizado de la campiña cordobesa. Ese sustrato mítico y telúrico que nos envuelve. El amor o su ausencia. La estética de la poesía andalusí me asalta a menudo sin remedio. 
En cuanto al estilo provengo de un neo-barroquismo particular extrañamente injertado a las vanguardias poéticas del 27 (Lorca versus Góngora).Tanto así de surrealismo. Mi memoria es cinematográfica, por eso no poseo memoria. Métanse en esta lista, entre otros los cantos y heroicas fundaciones de Neruda y Saint-John Perse. O la exhuberante prosa tropical de Severo Sarduy.