Arcos de la Frontera
(Paisaje rilkeano)
El
durmiente sobre la peña.
En tules de índigo corona
la herida extensión de Tiempo.
La tarde espejea dorando luz.
Los pies
en la verde ensoñación
donde a
menudo alzan tibias palomas de humedad.
Apenas
duerme, intima y serena, pétrea belleza
en ascensión
equilibrada.
Recta y emplazada prestancia de Santa María*.
Ojivales
dunas de arenisca, calles o puentes de salumbre.
Museo
con vida, tangible y oloroso.
Altos
zaguanes de escaleras rendidas
En pura ascensional
irredenta.
Mística
ebriedad de una estilizada arquitectura
elevada a
golpes de cincel,
templada
a fuego en los pinceles del Greco.
Sucesivos
intentos para un vuelo de piedra.
Una brisa
suave y salobre
reposa en
los enrejados, solemne.
Trascienden
arcos irisados, de vidriera,
artesonados,
celosías.
Es una mística
del sueño, recoleta, encalada y florida
donde contrajo alas de urdimbre, ritmos de bruma y luz,el deseo cenital de los hombres.
Arcos de la Frontera, 1991
*Iglesia de Santa María. Arcos de la Frontera.
*Iglesia de Santa María. Arcos de la Frontera.
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