lunes, 18 de abril de 2011

Cinefilia






















El Cuello roto del cisne.
Sintonía Elis Regina: "A nossos pais" Emitido el 4-IV-90




CINEFILIA
(Extracto del programa dedicado a Cinéfilos)

Del escribir el cine a filmar la vida que amé de la vieja nouvelle vague. Hoy reescribo esta memoria de pupila irradiada a 16 mm.
M: Nina Simone. "My Way"


A bout de souffle.
Jean Seberg la pequeña y dulce Jean, estudiante norteamericana á París se enamora de un Belmondo existencialista y chulesco que huye de sí mismo a contramuerte. (Truffaut escribió el guión)
M: Poeta en Nueva York. Cara 2 Nº 1

Plano sobre plano acelerado, el ritmo vertiginoso de la huida. No hay semáforos que burlar, tampoco hay frenos, sólo una línea de alquitrán caliente con árboles rompiendo en perspectiva, únicos vértices de la memoria. Dibujos calientes de ruedas sobre el asfalto
M: Bruce Sprinteing. "Calles de fuego"

De prisa, de prisa. Amartelando la memoria, Omar Sharif quedó un segundo en blanco. Lara, vestida de enfermera, paseó con láctea y furtiva sonrisa sobre sus ojos. Dos pájaros de fuego le helaron la espalda. Sólo la muerte, sólo la muerte en tu camisa.
M: Tema de Lara (Doctor Zhivago)

Yodo, vendas y alcohol. Sobre la blanca mesita la soledad oscura. Ese hilo de nieve que destella en las vértebras, ausente. Imágenes sobre el agua estancada rompen los salados trazos de la memoria. Pero para un soldado sin extremidades (árbol fuiste de juventud talada a cañonazos), el deseo aún es fianza de la vida. El olor a azahar le inundó tras las palabras susurradas. Su aliento cloroformo vaporiza sobre la nuca. Sangraban de dulzor los bosques de la infancia, las caricias en la cuna de madera, el tambor materno en el líquido amniótico... En este momento el teniente médico sorprendió a la compasiva enfermera que sería degradada y expulsada del cuerpo. (Fundido en negro)
Dalton Trumbo pensó en Buñuel para rodar "Jhonny cogió su fusil"
M: Milton Nascimento. Cara A nº 2

El Andarín ha bajado al corazón del valle, las sonajeras del alto maíz amortiguan sus pasos. Ángela trae unos zapatos del granero. El bosque aún respira en la niebla...
M: (...)

Nicholas Ray en "El relámpago sobre el agua" rueda su propia muerte. Recuerda quizás aquella canción... Ah, sí, Jhonny Guitar. Una bella y extraña canción servida como western crepuscular.
M: Tom Waitts. Cara B. Nº 5

Y París era una fiesta.

Escenas en el recuerdo, algunas irreales desde la luminosa oscuridad de un cine. Otras imaginadas, reinventadas y pegadas con el acetato de la memoria.


Escenas censuradas:

La nuca dulce y niña de Jean Seberg junto a Belmondo pre-Martini bajando los Campos Elíseos.

Y el desnudo loto y oscuro de Anna Karina.


...Córdoba fue aquel nuestro petit Paris pos-Cortázar cabe una ruta íntima de palabras recónditas como callejas judías. La Nouvelle Vague era un pasquín pintado en las retinas de los apenas cumplidos veinte años.


jueves, 7 de abril de 2011

Las sempiternas golondrinas





Ya están aquí, ellas, las africanas mensajeras del calor. Y chulean a los tímidos gorriones del patio. El cable de la luz es suyo, negro sobre negro.


Pero estas golondrinas no son las mismas de la infancia. Y sin embargo aún hacen los nidos de barro en el ancestral oficio de los abuelos.


Las recuerdo planear la calle de Fernán Gómez, poco después de que los astronautas invadieran la luna a saltitos. Parecían patrullas de boomerangs lanzados por una mano invisible.


Yo era un niño en tránsito por ese puente imaginario que llevaba de los abuelos a la casa paterna, de la niñez a la edad adulta sin etapas intermedias.


Ellas, las ciegas golondrinas, picotean la luna corroída de los amaneceres tardíos. Esquivan los altos remates de barro. Planean un cielo de azoteas erigidas con blancos ajuares de novia. O pintan de oscuro las sábanas del recién aclamado fervor.


Las beatíficas golondrinas saetean los claveles y gitanillas de Limosa que han brotado a la par.


Para las golondrinas no hay controlador en huelga, ni azafatas de lencería sugerida, ellas solas con sus alas ponen bigotes a las ventanas y rubrican con sombras chinescas los veladores de los últimos bares.


Ellas, las golondrinas, asaltan la fingida placidez, esa taimada quietud de los gatos, con sus peculiares chirridos.