domingo, 30 de marzo de 2014

Casa Museo de Alfonso Ariza

                                                   
Alfonso Ariza trabajando en su Casa Museo




Aunque quisiera
y aún a veces quiero,
yo no podría dejar de venir a esta casa,
la de Alfonso y Antonia en la añoranza.
De dulzura y sombras,
melancolía,
de arcilla y soledades.
La estructura única de forja,
hierro batido en las alas
con remaches y versos,
ocres y cuarzos,
amalgama son
de luto a claridades.
Labro, escucho en el recuerdo
el pertinaz  batir de cobres,
la sonrisa de Alfonso
tras los cristales.
Ensayar raíces, tesituras de piedra.
O unos ojos vivaces en el sosiego de la luz.
Permanece Alfonso entre nosotros,
la ciclópea estatura de niño
vitalmente amando las formas
renacidas en la arcilla,
a pesar de las vitrinas y los focos,
las lluvias, los reflejos.
Trémulos gorriones
anidarán tus lindes
de acuarela, volúmenes en el espacio,
tierras plásticas.
El universo, los sueños
alientan la palabra encendida.

                                                                            (1998)







* Recuerdo el lugar, Bar Marín, junto al Ayuntamiento. Alfonso, desde su habitual silencio por la sordera, en una reunión festiva con otros componentes del Grupo Alfonso Ariza, sacó papel y lápiz. En un minuto surgió este boceto que me dedicó afectuosamente y que guardo con cariño.
Cuando era joven sí me daba cierto parecido. Un aire o algo así. 

jueves, 20 de marzo de 2014

Los búhos terribles

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Los búhos terribles

Antojos beben del cielo.

Los ojos del búho

Confirman holgados

Lo que el búho calla.

La sangre del búho

Sabe a verdes castañas.

Espejos de antracita,

El universo se enreda

En las pupilas del búho.

Y el gran búho ciego

Bendice horas de almagra,

Concita labios de nata,

Espeta la aguja de cobre

Y el ratón de alloza.

El búho gremial

Empecina los trojes,

Corrige los tropos,

Recauda milagros

Y avizora los grajos.

Los búhos del cementerio

Entretienen a los difuntos.

Los búhos de albricias

Nacen de largas caricias.

La sombra del búho

Es de naranjas.

Cantan al mosto en barriles

Los búhos santos de Moriles.

Ah, si te hablara,

Entre rubores,

El ripioso búho gris,

Lo que te iba a decir…

Los búhos a veces

No son lo que parecen.

                     (2001)

sábado, 8 de marzo de 2014

La tarde es un delicado cristal

   



La tarde es un delicado cristal. Canta el gallo y aletea la paloma. Saeta negra, sin rumbo ni pena, planea la última golondrina de abril.
El gallo bravo empeña su ronca letanía, salmódica y febril. Alguien martillea cercana madera. Al fondo un sanedrín de gorriones sabios coteja su porción de albor y cielo.
Una nueva paloma otea desde su puesto de alado centinela el quebrado paisaje de rojos tejados de cemento. Y aún otros de viejas tejas de barro con sarpullido de líquenes y arborear de jaramagos.
   Crestea y luce la sierra acariciada de nubes quietas y blancas. La buhardilla recibe la tarde y bebe la luz y los aires del Sureste.
   Montilla, vinosa y campestre, sobre los tejados pace vides, dioses y caldos. Su castillo a lo lejos es grandioso tejado cercado de antiguas murallas. Una cohorte de trémulas vides y olivos palidece entre pardas colinas. Sobre la sierra incipiente, puntos blancos diseminados, se abren casitas y lagares de melancólica obra.
   Cerro Gordo es primer peldaño de esta sierra cercana y lejana a la vez. Escribo desde la quietud y el silencio ribeteado de aves que desgranan tiempo y corto vuelo.
   La paloma ha bajado al limonar cargado de bombillas fluorescentes. Hojas metálicas, ramas bullentes saludan su parada.
   El gato de lomo blanco, negra boina y rabo negro recorre el pimpollo de tejas de la tapia. Dueño de sí, lento y seguro camina entre las hojas ásperas y excelsas de la higuera.
¿Deja el gallo llano que alboroten su territorio para así luego apaciguar su cresta?
   Una tímida brisa recuerda y recala en mis mejillas.
   Por el aire lento de la tarde clara, con su chapotear de alas, otra paloma asciende a mi tejado.
  Al alimón  mi mano picotea, cursiva, negro sobre blanco, dejando que gacelas habiten mi corazón cansado.
   Soy transparente, oteo el horizonte, nada me perturba ni rompe. Salvo el ominoso dolor del tiempo y la triste torpeza de los hombres, empeñados en nuevas y cíclicas guerras.


Otra versión de Tarde de Abril (Del libro "Campiña de Luz")


domingo, 2 de marzo de 2014

Atlas y espuma




La cereal caricia
viste y despoja adobe y piedra.
Es hora de dormir, ya he soñado.
Del rocío agrisado de la nube
ya no morderé estas alas.
Vuelvo a la orilla.
Soy Atlas y espuma.
                       (06)

Dedicado a la continua tragedia de vidas en las pateras del Estrecho.