lunes, 27 de octubre de 2014

BOCETO DEL ANÍS MACHAQUITO


                                    

                                 
                                        
Interiores. Casa Museo.

Tras el cristal de colmena intuía la enorme sombra de Alonso. Abrió su troje plisado de lluvia en la mesa. Imprimían mariposas las palmas nubladas de sus manos.
Abandonó sopor picando hielo en cuenco de cobre con una varilla metálica. Las trenzas de juncia.
Alonso entretanto mezclaba pigmentos y aceite, cuarzo, limaduras de hierro en una chapa oxidada.
Nubia empapó con agua de limón dedales de cañaduz. Untaba rodando pequeños trozos los senos, inflamados, turgentes para los insectos. Moldeaban los labios papiros de sandía. Turbia de melindres y corimbos desenredaba orquillas bajo el palio mojado de sus cabellos, sobre la nuca en racimo.

Arreglarse era un amago de saliva en los pezones. Distraída nimbaba el índice la tierna aureola morada.
Admitía perfumes, barnices, bebedizos de jengibre y moras. Titilaban flores avinagradas por el temple batir de ausencia bajo los prismas de deseo.
Barnizaba con destilados de acacia los espejos y de aceite su cuerpo y de vainilla.



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