lunes, 5 de diciembre de 2011

Mi hijo trae jazmines azules en la boca





(Alejandro Sawa y la ley de la gravedad)

Madrid, años 20

Por calles de alabastro liba la luz esquerzos de lluvia.
Crucificado en párpados bajo una gran ceja,
tú, mi hijo calizo, bordabas auroras,
pusiste cántaros o violetas en mis versos.
Bajo el jazmín sembré entre amapolas una rosa oscura,
y la luna en mi mano pusiste entre algodones.
Ahora busco el almendro en latas de membrillo rosadas,
tu risa en la caja del piano,
mi sangre en la bodega otoñal de tus párpados.
Los gatos arañan la nube, del revés, pálidos gatos
azules de la tarde arañan la gardenia blanca de los cazadores.
Una uña en el corazón llevo de talismán o marcapasos,
pero los trenes no desembocan en este patio de luz ceñida.
En los labios de oscuridad rueda la canción del vencejo.
Mi alma de arenisca, lotófaga en playas cremadas. .



* Éste poema sensible y maravillosamente tierno, obra del poeta vanguardista Miguel Ceres, (1900-1979), traspasó las vanguardias. Max Estrella, amigo de letras y de juergas varias, cuentan que le sostuvo por la espalda cuando llegado su turno, comenzó a orinar azafranes y absenta sobre los pulcros muros de la academia en el bohemio y castizo Madrid de entre guerras.

Inspirada en "Luces de Bohemia" del divino Valle Inclán, quien a su vez se inspiró en la vida del poeta Max Estrella para construir esta obrita legendaria.


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