jueves, 15 de diciembre de 2011

Carta de Manuel Bocanegra

"Extensa clepsidra me parece un depurado canto que busca en el alma de la tierra, los sedimentos del alma propia. La metáfora no persigue la imagen en sí, sino que cae, oro candente y se baña en un tiempo personal y prístino a la vez, que aquilata la profundidad del verso en la densidad calculada del poeta, (tú) que hace uso de los recursos para destilar o licuar su propia alma

densidad lentísima
que por sus pupilas
manchadas licúa.

Hay en Extensa clepsidra bellísimos poemas que recrean la Campiña con el poder evocador del preciso lenguaje que te caracteriza, más desnudo, ( ...) pero con la misma brillantez, exigencia y riqueza, contenida ya en tus poemarios anteriores.
Me quedo con el poema MIRAD, NAVES, MIRAD por el poder evocador de su voz profunda y por el prodigioso recurso que consigue conjugar en uno tiempos pasados y tiempo presente.
Pero lo que más me gusta de Extensa clepsidra, es el rastro de cenizas que el poeta (tal vez, esta vez, no tú mismo) va dejando a lo largo del poemario. Todo poeta que se precie quema vida en sus versos, ese rastro candente, esos restos de un horno todavía encendido, prenden la emoción en el lenguaje y, entonces sí, el reloj de la lluvia cae sobre la tierra y desvela la voz, el sentimiento, el alma de un ser más antiguo y más grande que el territorio finito que limitan los horizontes: el ser suficiente, el ser anhelante que ya no desea más viaje que sus propios deseos."
Manuel Bocanegra

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