domingo, 13 de enero de 2013

Reencuentro


Archivo:Viaducto ensanche.jpg


                                   (A María P , beldad de sierra)
                                            

Cercana, amable ciudad,

Paseable aún, distinta,

Como ese otro que yo era.

Lunas de papel, quimeras.

Aún te reconozco, estás,

Perdura tu querencia

De tarde baja y limpio azul,

Bañada con esencia de azahar.

Lentitud en la mirada, cadenciosos pasos

Te arrastran irremediablemente

A algo ya perdido.

El peso de la belleza lastra las pupilas,

Y la luz como un alegre don esclarece.

Te observas cruzando el Viaducto del Pretorio.

Tocas el arrayán de los primeros chalets,

Altas sombras de nogales y cipreses,

Estancias del sosiego fundadas leves

Con nombres de veleros o estrellas, de mujer

(Stela Maris, Aurora o Carmen, Ángela)

Erigidas en el amor por remansos de sierra.

Los perros te ladran.

La prisa es una enfermedad moderna y suicida

Donde todas las tardes muere un transeúnte.

Ciudad transida de nostalgias,

rehén de un río nemoroso.

Azulina resbala en tul sobre la frente,

Seda que te invita a dormir

Cuando destellos y aullidos de ambulancias

Te despiertan y estremecen.

(Es la ciudad con jóvenes mendigos durmiendo

En los cajeros de vidrio de los Bancos,

Otros abandonados en las aceras,

Ya víctimas de sida o desidia.

Mientras, ajenos al drama, paseamos.

Adolescentes en una plaza besándose

Con la espuma bullente de una litrona a los pies)

Vuelvo a estas calles de Córdoba

Como a los brazos de una amante,

Recorro las cicatrices de la separación

Y el sordo laceramiento de los días.

Todo en el recuerdo es más profundo,

Más verdad.

La belleza, magra y dolida encuentras

A pesar de tanto,

A pesar de ella misma, o de ti.

              

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