martes, 1 de mayo de 2012

10.000 visitas, 121 entradas. Y navegamos pues.




Qué alegría haber pasado el cabo de Buena Esperanza, sin rumbo ni timonel. Lo importante es el viaje.
Ignotas islas donde aguarda el gigante de un solo ojo, el durmiente.  Nadie somos todos. Sirenas de torsos de lino y ojos verdosos custodian la travesía. Rosas de cera han crecido  por las  sentinas de esta nave construida en una botella de ron con hielos del Ártico.
Cartapacios de coral, cartas escritas con tinta de calamar gigante, lágrimas a la luz de la primera luna de mayo. El capitán ha ordenado zafarrancho, pulir con cera el timón, embadurnar con brea los mástiles. Las estrellas nos sean propicias. Que la ceguera no nos impida encarar la cruel tormenta. La mar océana si dulce pertenece a los  amotinados del amor, a los bañistas con tatuaje y a desnudos bañistas.. A damiselas con manos de seda, gafas de nácar y garrafón en el maletero del Audi. A los poetas con pana en el corazón y sonrisa etrusca. A sus corazones rotos alanceados por la rutina. Y al mañana que calza espuelas de plata sobre las olas.



M: "Itaca" de LLuis LLac

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