lunes, 28 de marzo de 2011

Los nuevos inviernos




Un extraño monzón del nuevo invierno tropical desmenuza las arenas de Limosa.

De plata y oro, desbordada, un agua salada oxida con su lamida herrumbre. Acibara los naranjos, espesa los corazones, anega los recuerdos. Pero aún hay puentes sobre el cielo. Las cañas así dobladas resisten la tormenta. Estas cañas mías, azotadas por un terco viento del Sureste, serán refugio y otero cuando el rayo deje paso al nervioso triscar de las aves.
Aquellas aves, rítmicas, menudas y plateadas, secaron sus alas en los aleros de nostalgia. 
Las cañas embestidas del invierno, nuevamente alzarán los penachos al tibio sol, sobre el arroyo limpio. Lentos diamantes serán dulces lágrimas de primavera.


Bajo el frenesí desatado por los diarios, en el mundo aún convulsionado y perplejo de esta primavera loca, este relato se irradia a la esperanza.

Dedicado a los damnificados del Japón


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