domingo, 28 de febrero de 2010

Viaje iniciático




Tras el temporal, inerme
de un largo temblor de cielo.
Al pecho tan dulces cicatrices
de algas y una invisible
caracola al rostro.
Harapos fueron de soledad.
Estela de arenas innúmeras,
el aprendizaje de la memoria
era viaje a la infancia.
Son pasos en el agua, el regreso,
una soledad compartida.
Me desvelaron cantos
lentecidos de sirenas,
leones decapitados,
manumisión en rostros y gestos,
manuscritos,
álgebra de labios ocultos
por estruendos, mentiras y silencios.
Ahora vivo el solsticio,
la luna escalada en un grafiti.
Adornan esta undosa pasta oleica,
rabitos de pasas,
arraigo y certeza.
Serenidad omnisciente.
Celebración en las ruinas.

      Del libro "Extensa clepsidra"



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