Ariza cíclope fue acunado en una hermosa col. Piedra herida por los metales, astral dulcificada.
Despuntaba el siglo atroz. Tras el trueno, lacrimales de
barro, una nana de lluvia sobre la nube dormida en el pecho. Huele a pino y
brasas. Entre ramos de albahaca la luna lame astillas de distancia. Tras el
trueno, dibujar el limo, surcos, hondura amarilla de Fuencubierta. Dibujar
con saliva y ceniza sobre la arena. No eran tallos de luna los almendros.
El lápiz restaba sobre papel de estraza un vocabulario de
imágenes bajo el sopor insano de una vela. La crin del viento amarillo enredada
al canto de la lechuza. Dibujar el sol con espirales, la noche morada de las
zarzas…
Orillas del mundo un niño blande al sol su espejo roto.