( Limosa ,1943)
Otrora leves las
mejillas peinaban chumbos.
Los brazos en
durezas de la encina.
Las piernas a
cardenales tantos
Que las estrías
desembocaban en el Hades.
Pero su sonrisa era
de niña
Y en los ojos
bailaban turmalinas;
Y la risa
alborotaba en abubilla
Si saltaban espigas
de su boca.
Recordaba los
paternos ojos de aceituna
Y la voz de meloja
de Mamá,
La caricia del
jabón,
El peso de vacío en
piedra pómez.
Bajo el zinc
desconchado de la luna
Una bombilla de luz
tenue doraba
El espejo por altos
membrillos y duraznos.
(2011)